viernes, 14 de septiembre de 2012

Quiero creer que estoy volviendo

Vuelvo / quiero creer que estoy volviendo
con mi peor y mi mejor historia,
conozco este camino de memoria,
pero igual me sorprendo.
Hay tanto siempre que no llega nunca,
tanta osadía, tanta paz dispersa,
tanta luz que era sombra, y viceversa,
y tanta vida trunca.
Vuelvo y pido perdón por la tardanza,
se debe a que hice muchos borradores,
me quedan dos o tres viejos rencores
y sólo una confianza.
Reparto mi experiencia a domicilio
y cada abrazo es una recompensa,
pero me queda / y no siento vergüenza /nostalgia del exilio.
En qué momento consiguió la gente
abrir de nuevo lo que no se olvida,
la madriguera linda que es la vida,
culpable o inocente.
Vuelvo y se distribuyen mi jornadalas
manos que recobro y las que dejo,
vuelvo a tener un rostro en el espejo
y encuentro mi mirada.
Propios y ajenos vienen en mi ayuda,
preguntan las preguntas que uno sueña,
cruzo silbando por el santo y seña
y el puente de la duda.
Me fui menos mortal de lo que vengo,
ustedes estuvieron / yo no estuve,

por eso en este cielo hay una nube
y es todo lo que tengo.

Tira y afloja entre lo que se añora
y el fuego propio y la ceniza ajena
y el entusiasmo pobre y la condena,
que no nos sirve ahora.
Vuelvo de buen talante y buena gana,
se fueron las arrugas de mi ceño,
por fin puedo creer en lo que sueño.
Estoy en mi ventana.
Nosotros mantuvimos nuestras voces,
ustedes van curando sus heridas,
empiezo a comprender las bienvenidas
mejor que los adioses.
Vuelvo con la esperanza abrumadora
y los fantasmas que llevé conmigo
y el arrabal de todos y el amigo,
que estaba y no está ahora.
Todos estamos rotos pero enteros,
diezmados por perdones y resabios
un poco más gastados y más sabios,
más viejos y sinceros.
Vuelvo sin duelo y ha llovido tanto
en mi ausencia, en mis calles, en mi mundo,
que me pierdo en los nombres y
confundo
la lluvia con el llanto.

Vuelvo / quiero creer que estoy volviendo
con mi peor y mi mejor historia,
conozco este camino de memoria,
pero igual me sorprendo.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Los paseos por el parque de Steglitz eran balsámicos

Y las mañanas, tan dulces...
Parejas prematuras, parejas ancladas en el tiempo, parejas que aún no sabían que eran parejas, ancianos y ancianas con sus manos llenas de historias y sus arrugas llenas de pasado buscando los triángulos del sol, soldados engalanados de prestancia, criadas de impoluto uniforme, institutrices con niños y niñas pulcramente vestidos, matrimonios con sus hijos recién nacidos, matrimonios con sus sueños recién gastados, solteros y solteras de miradas esquivas, solteros y solteras de miradas procaces, guardias, jardineros, vendedores..
El parque Steglitz rezumaba vida en los albores del verano.
Un regalo.
Y él la absorvía, como una esponja, viajando con sus ojos, arrebatando energías con el alma, persiguiendo sonrisas entre los árboles. Él también era uno más entre tantos, solitario, con sus pasos perdidos bajo el manto de la mañana. Su mente volaba libre de espaldas al tiempo, que allí se mecía con la languidez de la calma y se columpiaba alegre en el corazón de los paseantes.
Aquel silencio...