jueves, 23 de agosto de 2012

Sigue nadando

Mierda. No tengo ningún papel ni boli en el bolso. Viajar en autobús me hace pensar demasiado en las cosas. Estoy escuchando Angus and Julia Stone, perfecta para el momento. Pensaba en él. Incluso he roto a llorar y, la verdad, noto que poco me falta para volver a hacerlo. La gente que me rodea debe pensar que estoy un poco mal de la cabeza, ya que, además, voy descalza y pisando por completo el asiento del que tengo delante.
De repente, entre tanto pensamiento frustrado que más tarde, tal vez, me apetezca contar, he pensado en Noruega, en el tiempo. Todo pasa tan rápido que se me escapa de las manos. Hace apenas unos meses deseaba ir allí a toda costa y hoy, tras haber alucinado a colores con el país, puede que jamás vuelva a poner un pie en aquella tierra tan verde. Y me crea una sensación de estar inmóvil en un mundo que no para de dar vueltas sin descanso. Siento que estoy cambiando por momentos y por respiraciones.. Y es que pienso que en cada etapa de mi vida he respirado el aire de forma completamente radical a la anterior.
Me gusta estar sola. En momentos como el de ahora mismo, con mi música, un paisaje no mucho menos triste que todo lo que ronda por mi cabeza y el Diario de Ana Frank en el bolso, siento que me comprendo. Mis piezas encajan casi a la perfección, aunque eso no es, en absoluto, algo que me aporte una sonrisa.
La dirección de la vida que creí creada para mi, ha sido atravesada y quebrantada por una línea ondeante que no tiene ningún color concreto. Y así me encuentro, dando círculos en un lugar del que pretendo escapar. Siento que estoy en un momento de mi vida que se denomina “recoger”, “observar”. Siento que mi mundo funciona tanto a su antojo que necesito aislarme y mirarlo todo desde fuera. Estoy en la etapa de querer llenarme, de conocer, de sentir curiosidad por la actualidad que me rodea. Creo que es una manera de evadirme de mi misma. Recoger retazos del mundo y observar, sin juzgar, lo que pueden esconder. Creo que, a cada momento, conozco más las sensaciones que me acobardan, las que me atrapan y, mucho más aún, las que me rellenan.
Y, volviendo a enlazar temas sueltos, diré que hoy me siento frágil. Bueno, al menos hoy más de lo común. Creo que he creado en mi interior el monstruo más grande del siglo. Se alimenta de mis pensamientos, creándome nudos en el estómago, y juega a ser demasiado grande para entrar en mis pequeñas manos. Y, sin embargo, me ha aportado más cosas formidables que las que nunca una sensación me había producido. Ese monstruo no tiene nombre. Es el resultado de lo mucho que lo añoro. Es, también , el resultado de este puro escepticismo, de sentir que las nubes y el mundo entero tienen una melodía triste, avisándome y comprendiéndome al mismo tiempo.
¿Qué más cabe esperar? Es tan impredecible esa palabra.. "Esperar". Espera para crecer, espera para madurar, espera para querer, espera para ganar, espera para olvidar.. Parece la única respuesta ante el futuro: ser paciente. Sinceramente, es ahora, después de 18 años, cuando mi contrarreloj ha frenado. Me siento capaz de esperar el tiempo que haga falta. Siento que tengo que seguir nutriendo a esta criatura, nada me aporta mayor satisfacción que pensar que cada día, probablemente, esté más cerca de lo que para mi significaría una completa felicidad. “Pursuit of happiness”. Me alegra, entre tanto, saber que mi corazón y mi cabeza están de acuerdo en esta búsqueda.